03 julio 2009

Leonardo da Vinci, la Gioconda Sapiens y la Última Cena

Hoy vamos a permitirnos una licencia y escribir un poco en tono de humor, espero que os guste un artículo que encontré en el diario Clarín de Bs. As. (Buenos Aires, la Argentina). A su vez nos remite a un diario de San Juan: diariodecuyo.com.ar.

Buscaba artículos en relación a la gripe que está haciendo mella en políticos argentinos y lo que es peor en la población humilde, ya os pondré más adelante algo sobre eso y hoy va la noticia en tono más amable y desenfadado, pues nos tenemos todos que desestresar un poco.

Os pongo el artículo completo, creo que merece la pena y trata sobre Leonardo da Vinci, hombre genial y culto donde los haya, entre otras habilidades también se dedicó a la cocina, por lo tanto a la dieta, leed el artículo seguro que sonreís.

La vida de Leonardo Da Vinci está llena de misterios apasionantes. Pintor, escultor, arquitecto, músico, escritor, diseñador, ingeniero, sin duda fue un humanista polifacético, y también fue un gastrónomo apasionado y un chef revolucionario para su época, dado que muchos de sus platos nada tenían que envidiar a la actual alta cocina.


La biografía de él consigna que durante los últimos años de su vida trabajó en la cocina del rey Francisco de Francia. En su juventud fue jefe de cocina de la taberna florentina "Los tres caracoles" y más tarde maestro de festejos y banquetes de Ludovico el Moro, señor de Milán.

Proyectó toda clase de artilugios e ingenios mecánicos (prototipos de modernos electrodomésticos) con el propósito de simplificar las tareas en la cocina. Aunque en numerosas ocasiones los resultados no eran los esperados y lo que en principio diseñaba para ahorrar tiempo y energía necesitaba el empleo de varios animales domésticos, numerosos hombres y hasta en ocasiones alguno de sus inventos para la cocina fueron utilizados tiempo después para hacer la guerra.


Historiadores han descubierto infinidad de datos curiosos como por ejemplo que fue el inventor de la servilleta ya que hasta entonces los comensales invitados por su señor Ludovico se limpiaban las manos de grasa en los lomos de unos conejos atados a las patas de las mesas y los cuchillos sucios en los faldones de sus vecinos más próximos.

Su imaginación y creatividad no tenía límites y su pasión por la gastronomía tampoco, como demuestras sus numerosos inventos culinarios y sus sabios consejos en esta materia, que le apasionaba tanto como la pintura.


Su cocina era revolucionaria para la época. Siente aversión por la polenta, aunque prefiere lo que hoy se conoce como "nouvelle cuisine" diminutas porciones de manjares. Los comensales se quedaban asombrados y protestaban por el tamaño de las raciones. En ocasiones el artista debía huir para salvar su vida ante el descontento general que provocan sus creaciones culinarias.


Su imaginación era desbordante. Así para la boda de su señor Ludovico con Beatrice d'Este pretende celebrar toda la fiesta en una gigantesca tarta, una réplica de 60 m del palacio Sforza, construida en el patio del palacio con masa de pasteles, polenta con nueces y uvas pasas, y mazapanes. Los invitados tendrían que entrar por las puertas del pastel y sentarse y comer de él. Todas las ratas, ratones y pájaros de Milán acudieron la noche antes por cientos de miles y al día siguiente sólo quedaron las migas.


Ludovico en vez de enfadarse se limita a sugerirle que acuda a visitar al prior de Santa Marie delle Grazie, que está buscando un artista para pintar un muro del refectorio del priorato. La obra que finalmente realizará sobre este muro no es otra que "La última cena", a la que dedicará 3 años de su vida. Parte del tema central de este encargo es su preferido: la comida.


*imagen: La Gioconda Sapiens hecha con fotos recogidas "entre febrero de 1994 y enero de 1995, con la colaboración de medios de comunicación, embajadas y organizaciones de todo el mundo".


Las fotos fueron digitalizadas, enmarcando cada una de ellas en un espacio de 2x2 cm. El trabajo fue llevado a cabo por Ingeniería Cultural, Jordi Puig y Montse Paradela. La impresión fué realizada por C.R.C. La idea es original de Ramón Núñez.
Se encuentra en la Domus de A Coruña.

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